¡Dejar que los racimos respiren!
Cuando llega el verano, continúan los trabajos en el viñedo. Es el momento del “empalizamiento”. El objetivo es separar las ramas unas de otras y contenerlas entre dos alambres elevadores. Para ello, el viticultor pasa dos alambres a través de grapas enganchadas a piquetas, y distribuye las ramas entre estos dos alambres.
¡Esta operación es esencial para la buena salud de la vid! En efecto, evita que las hojas se adhieran entre sí. De este modo, pueden recibir la máxima cantidad de luz solar y están bien aireadas, lo que evita que se pudran y enfermen. También en este caso, la operación se realiza completamente a mano. ¡Un largo trabajo para el que se requiere paciencia!
