En el corazón del verde valle del Ardre, en el pequeño pueblo de Brouillet, la familia Ariston explota un viñedo de unas 7,5 hectáreas. Sin embargo, la historia estuvo a punto de poner fin a la aventura vitícola de la familia, ya que la mayor parte de las viñas fueron destruidas durante la Gran Guerra.
Afortunadamente, la finca cobró nueva vida en los años sesenta, cuando Geneviève Ariston, su marido François (maestro de escuela jubilado) y sus hijos decidieron replantar y volver a cultivar sus parcelas. Uno de los hijos, Jean-Antoine, dio su nombre a la marca antes de pasar el testigo a las generaciones siguientes. Hoy, su hijo Bruno y su esposa Patricia continúan la tradición familiar, junto con su hijo Charles-Antoine, que se unió a ellos en 2010, y su compañera Angélique. Juntos, enarbolan la bandera de una auténtica propiedad a escala humana.
Entre los vinos de la finca, el Blanc de Blancs Vieilles Vignes es el reflejo perfecto del famoso subsuelo calcáreo del valle de Ardre. Refinado y delicado, este 100% Chardonnay combina a la perfección con platos de pescado o marisco.
